Cosas inesperadas y conmovedoras a menudo
ocurren de manera simple, para no decir banal.
Estaba mirando a una vidriera con libros, sorprendido por la extraña
composición de los volúmenes que vistos en conjunto mostraban un gran signo de
pregunta, cuando de repente vi en el vidrio su reflejo. Escalofríos era lo
primero que sentí. Pasaron 20 años y lo que menos esperaba en mi vida era verlo
de vuelta a él, en esta ciudad tan lejana al mundo en el cual nací. Estaba tal cual como lo recordé aquel verano,
el triste día de separarnos, él con su mochila de viaje, con su sonrisa
inocente, con el brillo de esperanza en sus ojos azules….
Casi me puse a llorar, de conmoción no pude
decir ni una palabra. Y él, como si fuera lo más natural y obvio, lo primero
que dijo era Che, boludo, pero vamos a
tomar algo! Y solo un suave temblor de su voz indicaba lo que realmente
estaba sucediendo.
Como en aquellos momentos en cuales intentas a
frenar el coche y Te das cuenta, que no llegas, en un segundo toda la vida a
partir de los 17 años pasó delante de mis ojos. Cuando mentí a mis padres, yo
que supuestamente no se mentir, y perdiendo la inocencia a dedo nos fuimos con
él y diez dólares en el bolsillo a Italia; cuando por culpa de un gato que se
subió al calefactor de un refugio en alturas de un monte mágico conocí a mi
primera mujer y luego la perdí dejándola; cuando me convertí en un creyente
casi fanático y cuando abandone al Dios de los cristianos con temor de un
castigo inmediato; cuando la primera vez escuche a Libertango para luego dejar de bailarlo, y cuando por mi propia
inconsciente elección lo perdí a él.
Entre una cerveza y otra me contó de su vida, de los amores perdidos, los
cuales no supo proteger de su propia gula de lo nuevo y desconocido, de la
desilusión con el mundo y con él mismo, la cual caracteriza a los sabios o
tontos, según el criterio aplicado, de su esperanza y alegría, la cual
caracteriza a los todavía más locos y ciegos, de su tan innecesario
sufrimiento, de su miedo y sus deseos, entre las cuales se está jugando su
vida…
Le mire a los ojos de la manera fuerte que a
tantos les suele molestar. Se lo bancó. Como un rayo del cielo nocturno, de
repente llego la luz; somos tan distintos y siempre lo fuimos, él de verdad se
quedó con sus 17 años, con su mochila, su carpa, sus sueños de viaje, sus
estrellas de la noche y con el canto del viento.
Uno de mis maestros una vez dijo, que la metáfora es cosa de putos. Estoy de acuerdo. De aquellos putos que encuentran su camino a pesar
de su miedo y se dejan llevar a donde sea. Pague la cerveza y me fui. De
viaje….
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